9.11.06

Los explosivos de mi mochila

Recientemente, el abominable coco ha pasado unas merecidas vacaciones (ya se sabe que el ejercicio del mal de forma continuada es una labor extenuante...) con los hijos de la gran Bretaña y ha tenido la oportunidad de comprobar de primera mano la introducción de las nuevas normas de seguridad para los equipajes de mano en los aeropuertos. A continuación procederé a contar la experiencia.

Durante la facturación, una competente empleada de la compañía me interrogó sobre si había hecho yo las maletas personalmente y si mi acompañante (La señora Abominable) también lo había hecho. Y debo decir que no le debí parecer una persona de fiar pues no contenta con mi respuesta me obligó a traducirle la pregunta en su presencia para asegurarse de que no la estaba utilizando para pasar un alijo de cocaína (de esa buena que cultivan en las colinas de Liverpool y la cuaderna del Sur) hasta España.
Solamente tras ver a la Señora Abominable (que en ese momento miraba distraída hacia dos rubios niños ingleses, quizá debatiéndose sobre cuál de ellos secuestrar y llevarse a casa...) mover la cabeza en sentido horizontal pulsó el enter para imprimir las tarjetas de embarque. (Otros ejemplos de exceso de celo británicos aquí.)

El abominable coco se encontraba ajeno a las nuevas normas de seguridad (ya que en vacaciones suele aprovechar para formatear su cerebro biónico y se olvida de todo) por lo que la nueva limitación para llevar líquidos en cantidad mayor de 100 ml nos obligó a deshacernos apresuradamente de un minibrik de zumo y una botella de medio litro de agua que previsoramente portábamos para rehidratar nuestros maltrechos y dañados organismos tras cinco días de intensas caminatas por la capital de Su Majestad. Debemos decir que en ese instante de ebullición sanguínea el abominable coco se sintió verdaderamente arrepentido de haber facturado las granadas de mano y la Glock 17.
No contentos con esto, los de seguridad nos obligaron a llevar sólo un bolso de mano por persona con lo que nos obligaron a compactar los pequeños y frágiles presentes que no habíamos facturado (para evitar eso precisamente...) hasta conseguir meterlo todo en un sólo bolso muñeca-rusa-like.
Pero lo mejor fue pasar por los detectores de metales. Ya uno se ha acostumbrado a tener que quitarse el cinturón y ponerlo en la bandeja de plástico junto con las llaves y la cartera pero esta vez había que quitarse los zapatos y ponerlos también en la bandeja. En este momento sentí no haberme dejado los calcetines con los que estuve caminando varios kilómetros el día anterior... (aka calcetines de destrucción masiva) porque me hubiera gustado ver cómo salía de esa el tío de seguridad con su flema inglesa mientras se queda ciego por la conjuntivitis química.

Y un día más tarde me pregunto si realmente esto es necesario y si se consigue que volemos más seguros...
Ya hay bastantes que dudan sobre la posibilidad de montar un explosivo binario en un avión en cantidad suficiente para que el terrorista no sólo consiga matarse él sino también llevarse a algún infiel por delante. Aquí, aquí y aquí lo ponen en duda.
Sin embargo, nos hemos apresurado a intensificar las medidas de seguridad, seguramente con el único fin (como diría Michael Moore) de darnos la sensación de seguridad a los pasajeros que no llevamos llevan bombas.
Se me ocurren unas mil formas de llevar un explosivo a un avión mucho más sencillas que crear un explosivo con unos compuestos en principio inestables y peligrosos de manejar en el lavabo del avión (que además tiene un detector de humo capaz de detectar el encendido de un cigarrillo) pero no las voy a poner aquí para evitar que unos hombres de negro que me vienen siguiendo desde hace tiempo vengan a sacarme de mi casa en plena noche y me hagan desaparecer.
Pero lo cierto es que no falta demasiado para vernos haciendo una fila ordenada antes de pasar en ropa interior por los arcos detectores de metales, un polígrafo y un reconocimiento de orificios antes de subirnos al avión.
Reflexiones:
1.- ¿Cómo le explicas a tu compañero de asiento que estás mezclando la crema de afeitar con el contenido de un bote de zumo de pera-piña y un paquete de mentos sin que pulse el botón naranja para llamar a la azafata? ¿Y cuando empiece a echar humo?
2.- ¿En qué mejora la seguridad que metas todas tus bolsas de mano en una sola?
3.- Ya que una vez pasado el control de seguridad puedes comprar como loco en la zona duty-free; ¿Acaso todos los productos que se venden en esa zona tienen un control de seguridad tan exhaustivo?
4.- ¿Es muy difícil, siendo miembro de Al-Qaeda, conseguir trabajo en el Burger-King del aeropuerto o en cualquier otro establecimiento y conseguir pasar algún utensilio peligroso?
5.- Quizá nos olvidemos del escalofriante hecho de que la mayoría de las medidas de seguridad están diseñadas teniendo en cuenta una premisa que ya no es del todo válida; que el terrorista quiere salir vivo del atentado. ¿Podemos realmente detener de forma efectiva a alguien dispuesto a perder la vida en el intento?

Y mientras esto ocurre nuestra fuerza aérea haciendo ensayos con una nueva y mortífera arma: la ensaimada aire tierra de destrucción masiva (mirar en la cabina tras el piloto).

2 Comments:

Blogger Unknown said...

en un mundo absurdo, unas decisiones absurdas...

3:19 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

La verdad es que todo es eso, una ilusión de seguridad, asi no consiguen nada, además de tirarnos ahora MAS tiempo en el aeropuerto, generar desechos a punta pala debido a todo lo que hay que tirar antes de subir y aumentar salvajemente las ventas de los duty free. En fin, una de esas leyes idiotas que tanto abundan.

Caso a parte, si las busquedas raras del google que pusiste hace tiempo llevaban aquí, quiero ver la analitica del google, después de esta noticia, seguro que alguien llega buscando. BOMBA MENTOS PERA-PIÑA

tiempo al tiempo

12:57 p. m.  

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